30.9.12

Ahí estaba, frente a ella, la prueba que reforzaba más todo lo que venía pensando desde hace tiempo. Y ese eras tú, el mismo que no hacía mucho tiempo había jurado no permitirse perderla.
- Nadie espera encontrar su amor verdadero a estas alturas. Siempre serás el amor de mi vida. ¿Recuerdas? Entonces ella desconfiando aclaró: No digas eso. Sabes que no es verdad. Y Fue ahí, cuando convencido dijiste: "Sólo un cobarde miente para enamorar, porque por si mismo no es capaz de hacerlo". La convicción de tus palabras la hizo cambiar de opinión. Pero quien iba pensar que ese, el mismo que me enseño el concepto que tenía del amor, el que dijo "no sé que haría si te perdiera" estaría ahí esa noche, besándose con ella. La que ahora es su novia, mejor conocida como el "amor de su vida"

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Alzo la vista, temblando, y empezo a percibir como la obscuridad decendia. Aprovecho la última oportunidad para abrazarla, para estrecharla entre sus brazos con fuerza, como había deseado hacer hace semanas.
En el instante en que sus labios se fundieron, ya no hubo nada que hacer; ya no podían resistirse. El sabor a madreselva de su boca provoco en el una sencacion de mareo. Cuanto mas la estrechaba contra si, mas se le revolvía el estomago por la emoción y la agonía del momento. Sus lenguas se tocaron y el fuego estalló entre ambos refulgiendo con cada caricia, con cada nuevo descubrimiento... aunque, en realidad, nada de todo aquello fuera nuevo.
Las sombras empezaron a arremolinarse sobre sus cabezas, tan cerca que él podría haberlas tocado, tan cerca que se preguntó si alcanzaría a oír lo que susurraban. Observo como la nube pasaba frente a la cara de ella; por un instante, en sus ojos vio un destello de reconocimiento.
Despues ya no hubo nada; nada en absoluto.